Uno de los tratamientos más habituales es el drenaje linfático, que ayuda a mantener o restablecer la función del área afectada.
En coordinación con los oncólogos, la fisioterapia tiene un papel importante en la evolución y recuperación, contribuyendo a mejorar la calidad de vida del paciente mediante técnicas que permiten disminuir el dolor, mejorar la movilidad y funcionalidad que han podido verse comprometidas debido a la cirugía y otros tratamientos como la radioterapia o la quimioterapia. Permite al paciente recuperar su independencia ayudando a mejorar su posibilidad de reanudar una vida normal.
Cada vez son más los centros coordinados con los servicios de rehabilitación, aumentando su implicación, sobre todo en lo referente al cáncer de mama, creando Unidades de Mama y de Linfedema.
Uno de los tratamientos habituales es el de drenaje linfático, que tiene por objetivo hacer llegar a territorios sanos el exceso de líquido acumulado en un área determinada, de esta manera podemos reducir el tamaño del linfedema, mantener o restablecer la función del área afectada, prevenir el desarrollo de complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. Normalmente el drenaje linfático manual forma parte de la Terapia Descongestiva Compleja.
Los pacientes oncológicos sufren secuelas directas relacionadas con la cirugía que se agravan si, además, reciben radioterapia y quimioterapia. Las pacientes de cáncer de mama, además de linfedema, pueden manifestar dolor y limitación de hombro, síndrome axilar o fibrosis cicatrizal entre otras. Entre los pacientes con cáncer de cabeza y cuello es habitual el dolor y debilidad cervical crónica, dolor de hombro, alteraciones articulares así como linfedema facial y en la región del cuello, provocando dolor y desfiguración.
En definitiva la fisioterapia aplicada durante los tratamientos contra el cáncer tiene la labor de agilizar la recuperación del paciente y aliviar su estado doloroso.